sábado, 29 de diciembre de 2007

Ella se llamaba yo o mejor dicho yo me llamaba ella. Ahora me doy cuenta. Siempre tuve una vida vacía que mientras estaba ella creí llena. Pero hoy sé que la llené con ella, sólo con ella, como una energía con la cual se supera la nada. Pero la nada sigue esperando solapada. En algún lugar. Y cuando ella se sintió invadida por mi nada, se fue. Y cuando ella se vio ahogada, se fue y sólo me quedó mi nada auténtica. Mi genuina nada. Mi nada que yo intenté suplir con otras vidas posibles. Con lo que me decían sus ojos. Su mirada. Con lo que no me decían sus ojos. Su mirada. Las palabras las ordenaba y destilaba. Eso hice. Me daba paz saber que había algo. Saber que la tenía siempre a ella para no encontrarme conmigo. Fui siempre ella. Fue siempre ella. Soy a partir de ella. Era. Ahora ya no soy. Debo dar con lo que queda de mí en algún lugar de lo que fui o soy.

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